lunes, 7 de enero de 2013

D. Alberto Benavides de la Quintana


92 años de intensa vida dedicada prioritariamente a la minería, dan para mucho hacer y, vistos desde fuera pero tratando de entrar dentro, dan para reflexionar y admirar…

Mucho antes de conocerlo personalmente ya sabía bastante de él; ya había conocido su indeleble huella creativa, emprendedora y tesonera; ya lo había encumbrado en lo más alto del buen hacer minero; ya lo había clasificado como prohombre de la minería, forjador de sueños, espejo en donde mirarse; ya había entendido porque, en todo Perú, es: Don Alberto. Porque de quien hoy voy a hablar es, nada más y nada menos, que de Don Alberto Benavides de la Quintana. En minería no es el único pero es único.

Limeño de pura cepa, estudió en el Colegio de la Inmaculada (yo también lo hice en otro de igual nombre, pero a muchos miles de kilómetros de distancia).


Trabajador incansable (yo pretendo serlo), de él, en su 92 cumpleaños, su hijo Raúl decía “todas las mañanas viene con todos los informes que llegaron a sus manos leídos, subrayados y con anotaciones de su puño y letra sobre cualquier falta, incongruencia o simplemente con correcciones gramaticales y de redacción…y siempre con un comentario constructivo”, y en ese espejo creo verme reflejado, aunque en pequeñito, junto a la sombra de ese gigante.

En esa admiración a su persona tiene mucho que ver, seguro, lo que de él se ha dicho “Los sueños no se jubilan. Los sueños de los grandes hombres se contagian.” Por eso el verdadero liderazgo se gana, día a día, con tesón y esfuerzo, con constancia y buen hacer… y es imperecedero, crea adición, sienta escuela…

Conocer a estos hombres, imposibles de clonar; absorber sus reflexiones, sutiles y profundas; otear dentro de su mirada, iluminada y franca; escudriñar y adivinar sus pensamientos, siempre positivos… todo ello y mucho más es, sin duda, enriquecerse en el bagaje de buen oficio de que es transmisor Don Alberto. Y ese privilegio lo he tenido, como minero trotamundos, en una tarde-noche limeña, en la que compartíamos estrado, al celebrarse el 40 aniversario de la Facultad de Ingeniería de Minas, de la Pontificia Universidad Católica de Perú. Él nos deleitó con recuerdos precisos y preciosos de aquellos pasos iniciales, en los que se vio intensamente involucrado, aportando su total apoyo al empeño… y lo expuso  con rigor y con orden; y lo hizo con amenidad, sacando provecho y destacando todo lo positivo; y lo proclamó sin un papel en sus manos … su lúcida mente es realmente de admirar.


Pero es que, en esa admiración hacia su persona, veo reflejos de la influencia que en mi tuvo mi padre (aunque lo perdí cuando apenas tenía nueve años). Ambos amantes de la montaña (él de los Andes, el mío de Sierra Nevada) y ambos enamorados de la Naturaleza (con mayúsculas).

Sus más allegados revelan que un día confesó que conversaba con los montes… y yo también lo he hecho, sin poderme resistir a leer e interpretar en ellos su pasado geológico, su historia escrita en piedra, sus secretos celosamente ocultos, su legado único...


Y he de reconocer que, desmemoriado para tantas cosas, siempre he recordado lo que en los andares por la montaña viví en experiencias pasadas; y así, antes de bordear cada curva, antes de culminar cada cerro, y de observar con la retina su paisaje y su encanto, los detalles de lo que iba a observar estaban ya en esa memoria visual geográfica, que poseemos los enamorados de la montaña. Por ello un motivo más de aproximación devota a este hombre que, sin sentirlo y sin alardear de ello, enarbola un banderín de enganche a la excelencia en la minería, contagioso y sublime, y con tanta trascendencia para ese empeño de buen saber hacer.

Pero además, Don Alberto tiene en su haber el mérito de haber ascendido muchas veces a aquellos cerros andinos, con frecuencia por encima de los 3.000 m y de los 4.000 m, lo que se tenía que hacer a golpe de calcetín, o a lomos de mula y, por supuesto, no en helicóptero como ahora lo podemos hacer, ni a lomos de un 4x4. Eran tiempos difíciles y heroicos, en los que tamaño esfuerzo requería de mentalización y de pasión, y se suplía con esfuerzo personal lo que hoy la tecnología pone a nuestro alcance.

Porque, poner en marcha y alcanzar el éxito con emprendimientos mineros exitosos, supone antes haber pateado muchos lugares sin hallazgos de interés. y haberse sumergido en las entrañas de la tierra. Y eso lo ha hecho nuestro gran hombre en Huancavelica, Cerro de Pasco (donde inclusive fue alcalde), Julcani, Uchucchacua, Colquirrumi, Colquijirca, Ishihuinca, Shila, Yanacocha, nombres todos ellos que están ligados al enorme esfuerzo minero,… Y cuando la aventura era grande, demasiado grande, propició las necesarias asociaciones, como en la privatización de Cerro Verde con Cyprus Minerals, o en el desarrollo de Antapite en Huaytará, donde se consolidaron los descubrimientos de La Zanja y Tantahuatay. Más recientemente en el descubrimiento del yacimiento de Cañahuire, en el proyecto Chucapaca con Gold Fields y en el gran descubrimiento de Tambomayo, en Arequipa. Y toda esa larga carrera la hace incansable, con el entusiasmo de un novato y las alforjas cargadas de experiencia, sabiduría y amor a su profesión.

En su ardua labor, hace apenas cuatro años, lideró la construcción de la Mina La Zanja, orgullo de la ingeniería peruana; en el 2011 se vio coronada la puesta en operación del yacimiento de Tantahuatay, en el 2012 igualmente entró en producción Mallay en las alturas de Churín, y ahora Breapampa acaba de iniciar operaciones… después vendrá Conga (un día hablaré de ella), la ampliación de Cerro Verde, Chucapaca, San Gregorio, Trapiche, Tambomayo…

Y, en paralelismos que trato de destacar, porque en su sombra quisiera verme, Don Alberto siempre ha destacado a los que fueron sus grandes mentores en los albores de su trabajo: Graton, McKinstry, Bateman, Koenig,… como yo lo he hecho con mis grandes maestros: Ismael Rosso de Luna, José María Ríos, José María Fontboté,… Hacer las primeras singladuras de las manos de esos ejemplares insuperables, lleva a tratar de ser correa de transmisión para los que vienen detrás, que nos empequeñecerán en sus logros y en sus proyecciones… “golpe a golpe… se hace camino al andar”.

Y, en las inquietudes del ingeniero Benavides de la Quintana, y en sus empeños de crear nuevas vocaciones y formar nuevos líderes, y en su admiración hacia la universidad se fue a Havard para seguir el programa de alta dirección. Y, tras ese reencuentro con la Academia, y de la mano del jesuita Padre Felipe McGregor, su actuación fue definitiva para que naciera, y se orientara, lo que hoy es la Facultad de Ingeniería de Minas de la Pontificia Universidad Católica de Perú. Y es que la picadura del gusanillo de transmitir conocimientos es contagiosa, tal vez porque en la enseñanza, mejor que en cualquier otro escenario, es donde los frutos se recogen multiplicados en ese ciento por uno.

Don Alberto es un gran soñador, detallista, investigador, empresario… y, en el ambiente familiar es esposo amoroso y respetuoso, padre consciente y respetado, hermano ejemplar, ,…y, como persona, predica con el ejemplo y hace de la ética un valor supremo.

Por eso, cuando se sube a las cumbres andinas, en cada horizonte, en cada cerro, en cada quebrada, en cada risco, surge el recuerdo y la admiración hacia este gran hombre y, al conversar con las rocas y minerales, se escuchan sus sabios consejos.

Don Alberto: ¡gracias por ser como es! esperamos mucho de usted, sus Andes no le olvidan y los que nos enorgullecemos de su amistad le tomaremos siempre por imagen a imitar. ¡Amigos para siempre!

3 comentarios:

  1. Si bien su edad real es de 92 años, por su carácter emprendedor y de continua superación imagino que su edad, en espíritu, debe ser la de un joven de 20años. Mi enhorabuena a Don Alberto y mi deseo de que todos nosotros busquemos reflejo en su impresionante figura como profesional y como persona.

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  2. Javier: hago mías, en su totalidad, esas palabras tuyas. Tú también eres luchador infatigable, moviéndote por tantos países del mundo, entre los que por supuesto también se encuentra Perú.

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  3. cae allude a los mas necesitados a la gente pobre

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