martes, 19 de noviembre de 2013

Prof. Dr. D. Rafael Fernández Rubio: Realidad y magisterio



Manuel Nieto Salvatierra
Geólogo

Manuel Nieto en las choperas de Daragoleja
(Láchar, Granada).
Antes de dar la pluma a Manolo Nieto, pido al lector licencia para prologar su relato con la amable epístola personal que lo antecedía, y que reza así:

Querido Rafael: maestro y amigo,

Perdóname por el retraso en contestarte; pero no me ha sido posible hacerlo hasta ahora. Creo que está sobradamente justificado y me gustaría explicártelo de viva voz si tenemos oportunidad de vernos de nuevo. Mientras tanto, he pensado sobre lo que más me impresionó de tu magisterio y que ahora, después de cuarenta años, me ha sido posible encontrar una explicación..

Con todo mi afecto, te envío un fuerte abrazo.

Manolo.

Y ahora si: su relato que tan profunda emoción me ha transmitido.




Manuel Nieto estudiante de Geología en la
Universidad de Granada, en los años 70.
Siempre comporta un riesgo hablar o escribir de un maestro sin en el fondo referirse a uno mismo o, en el mejor de los casos, a la relación que mantuvo con él o al impacto de su magisterio en su propia personalidad. De hecho, es prácticamente imposible abstraerse de esas consideraciones.

Sin embargo, la distancia física y el tiempo transcurrido -apenas nos hemos visto desde la década de los años setenta- me obligan a tomar perspectiva y a poder destacar lo que más me impresionó de su magisterio, sin estar por ello afectado por acontecimientos recientes.

Por otra parte, al haber estado bastante alejado del ejercicio profesional de la Hidrogeología, también me permite tomar distancia del desarrollo y de los avatares de la misma, para centrarme en la persona del maestro, en vez de en la profesión que me ha enseñado.

La actividad docente, investigadora y profesional del profesor Fernández-Rubio ha sido objeto de reconocimiento, no sé si del todo suficiente, por los científicos y técnicos de las materias en las que ha impartido su magisterio.



El río Genil (Granada), lugar de paseos favoritos de Manolo Nieto.
También las universidades y los miembros de los tribunales de los premios más importantes han valorado su excelencia. Por mi voluntario alejamiento de la profesión, poco o nada puedo añadir al respecto. De lo que sí puedo dar testimonio es de la impresión que causó en mí cuando hace cuarenta años tuve la fortuna de trabajar a su lado.

¿Qué es lo que más destacaba de la personalidad de D. Rafael? ¿Qué lo hacía diferente? ¿Cómo incidía en sus alumnos? ¿Cómo me afectó a mí? Responder a estas cuestiones es complejo y delicado ya que implica someter a discernimiento a la persona, al personaje y a uno mismo en su relación con él. A pesar de ello y aún a riesgo de simplificar en exceso, del citado análisis obtengo la conclusión siguiente:

Lo genuino del profesor Fernández-Rubio es su forma de enfrentarse con la realidad.
Titular del Diario Ideal de Granada
Referente al estudio de las aguas termales de Albuñol.

La manera de enfocar el problema planteado; el entusiasmo con el que recibe el descubrimiento que él mismo ha hecho, o que ha inducido a que lo realice alguno de sus alumnos, y las repercusiones de lo anterior en su actividad docente, investigadora y divulgadora fueron para mí lo auténticamente diferenciador de D. Rafael.

Manolo Nieto aforando un sondeo en la Vega de Granada
(Grupo de "Hidro" de la Facultad de Ciencias).
Para que esto suceda es imprescindible que la misma realidad que descubre transforme al que la observa. Entonces tiene lugar la aprehensión de lo real, se produce en un auténtico “momento noérgico”, y realidad observada y sujeto observador confluyen y se funden. De ahí nace una actitud con varias notas características:

¿Qué importancia tiene el descubrimiento?
¿Cómo comunico lo encontrado?
¿Cómo formo y motivo con ello a mis alumnos?
¿Qué debo y que puedo hacer para resolver el problema planteado?

Actitudes y deberes profesionales que, junto con los comportamientos morales, justifican sobradamente el magisterio de D. Rafael Fernández Rubio; del cual me siento muy agradecido y profundamente afortunado...

mnieto@evren.es


Y, en este desnudarse en público, sin tapujos ni vergüenzas, he sentido la imperiosa necesidad de contestar a Manolo, con esta misiva, que puede situar mejor a un Manuel Nieto en los recuerdos de su inicio a la vida profesional:


Manolo Nieto, estudiante, aforando un manantial en la
rambla de Albuñol (Granada).
Querido Manolo, siempre MAESTRO y siempre, siempre AMIGO…

El mundo da vueltas y la vida unas veces nos aleja y otras nos aproxima, pero cuando los afectos se llevan en lo profundo del corazón, esos "quereres" perduran, se desarrollan y crecen… y hoy tú has escrito un testimonio que trae lágrimas de emoción al corazón, reaviva recuerdos nunca olvidados, y hace pensar que mereció la pena sembrar…

Te agradezco muy de corazón tus palabras. Tengo muchos y muy buenos recuerdos tuyos, y especialmente los acumulados alrededor del desarrollo de tu Tesis de Licenciatura, que sin duda te supuso un gran esfuerzo personal, del que una parte de culpa fue mía. Hiciste un trabajo profundo, pionero, descubridor, autodidacta… y lo hiciste con todo el entusiasmo de quien ponía la ilusión toda, y de quien era esponja absorbente de conocimientos.

Titular en el Diario Ideal de Granada.
Luego vinieron aquellas fatídicas lluvias, de la noche del 19 de octubre de 1973, que lo arrasaron todo y enlutaron con decenas y decenas de muertos... pero que, en lugar de borrar las huellas de tu caminar, por aquel barranco de Las Angosturas y por la rambla de Albuñol, hicieron más valiosos y provechosos tus estudios… que conseguimos que vieran la luz, a través del Servicio de Publicaciones de la Universidad de Granada. Era el documento oportuno en el momento preciso… Aunque no se sacara todo el provecho a su contenido.

Albuñol (Granada) en 1972
Foto Diario Ideal de Granada.
Luego fuimos más de una vez al lugar de los hechos, y contemplamos cómo afloraban manantiales ocultos bajo los aluviones, y cómo las aguas surgían donde otrora se encontraban sondeos desaparecidos por aquella riada que tantas vidas se llevó por delante...

Tú fuiste artífice de algo grande, tu aportaste a la ciencia, y a la sociedad páginas gloriosas y de mucha enjundia. ¡Gracias Manolo, MAESTRO y AMIGO!!!

Rafael Fernández Rubio


Y a la anterior Manuel contestaba en los siguientes términos:

Querido Rafael,

No te puedes imaginar lo feliz que me haces por sentirte satisfecho con mi pequeña aportación a la valoración de tu labor como maestro; de la cual he tenido la fortuna de ser un destinatario privilegiado. Te lo mereces sobradamente y siempre me consideraré deudor de lo que por mí hiciste.

Un abrazo con enorme gratitud.
Manolo.


Nota: Es de agradecer de corazón a Ana Nieto la complicidad al suministrar las ilustraciones que acompañan a este relato de su padre..

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