lunes, 14 de enero de 2013

Minera petrolera en Houston (USA): Gema Miñana


Hola soy Gema Miñana, ingeniera de minas "expatriada" en Houston... Me gustaría compartir con los lectores algunas de mis experiencias y animaros a contribuir a este blog.

Elegí estudiar minas porque, desde pequeña, me encantaban los minerales y acompañar a mi padre al mercadillo de la Escuela de Minas de Madrid, los primeros domingos de cada mes. Él también es "minero", y bueno ya sabéis que de tal palo…, aunque lo suyo fue la metalurgia, me decidí por la especialidad de Geología y Geofísica. Tuve la oportunidad de terminar la carrera en París en el IFP (Instituto Francés del Petróleo), con una beca de Repsol. Fue sin duda uno de mis mejores momentos, y muy productivos: además de hacer un máster en geología de petróleo, aprendí francés y conocí al que ahora es mi marido, también del mundillo del petróleo.

Mi primer trabajo con Repsol me llevó a Maracaibo (Venezuela) donde trabajé en el departamento de geología del subsuelo, haciendo petrofísica del campo de Menegrande.

Después de 5 años fuera de la industria, donde hice trabajos de lo más variopintos, volví al petróleo en 2005 y de nuevo a Repsol. Desde ese momento desempeño tareas más comerciales en el departamento de Desarrollo de Negocios en Upstream. Primero en la región de Europa, África y Asia, con base en Madrid, aunque con frecuentes viajes, y ahora para la región de Norteamérica en Houston, donde vivo desde el 2011.

En el departamento de Business Development nos encargamos de comprar o vender campos, con reservas de petróleo y/o gas ya descubiertas, a diferencia del departamento de Exploración, que son los encargados de descubrir dichas reservas. En los últimos años Repsol ha sido protagonista de grandes descubrimientos de hidrocarburos, desde campos de gas en el onshore de Argelia, o la costa oeste de  Venezuela,  a campos de petróleo en la cuenca de Santos en el offshore de Brasil.

Desde Houston también nos encargamos de seguir muy de cerca el mercado de los llamados “unconventionals”. En los últimos años, EEUU está viviendo una auténtica revolución energética gracias al shale gas y otros tipos de hidrocarburos llamados no convencionales, como son el tight oil o el shale oil. Los “unconventionals” son el gas y el petróleo, que todos conocemos, pero entrampados en formaciones con una porosidad y una permeabilidad muy bajas, lo que no permite su explotación de un modo convencional. Se necesita la perforación de pozos horizontales en la mayoría de los casos, en los que es necesario emplear la controvertida técnica del fracking, o fracturación hidráulica, que consiste en la inyección a fuerte presión de agua, que fractura las formaciones colindantes con el pozo, lo que permite la extracción del gas o el petróleo.

Se necesitan cantidades muy importantes de agua y además hay que perforar muchos pozos, ya que la recuperación por pozo es baja. Es una técnica que en Europa y en el resto del mundo, no está teniendo el impacto y los resultados que estamos viendo en EEUU por diversos motivos, ambientales principalmente.
Sin embargo en EEUU ha supuesto que ya se empiece a hablar de independencia energética, y que en un futuro cercano se inicien exportaciones de gas en forma de GNL (Gas Natural Licuado), desde la costa este de EEUU al resto del  mundo.

Mucho ha evolucionado la técnica desde que en 1901 se produjo el primer descubrimiento de petróleo en Texas: el campo de Spindeltop.

Mi trabajo me apasiona, formar parte de Desarrollo de Negocios te permite estar al tanto de todo lo que pasa en el mundo del petróleo. Aunque ahora me dedique a tareas más comerciales, tener una base técnica es fundamental para poder trabajar con los geólogos e ingenieros que forman parte del equipo.

Y la vida en Houston es agradable. Las oficinas de Repsol se encuentran a una hora al norte de Houston en una zona llamada The Woodlands.

Es un lugar ideal para familias, ya que es un bosque con muchos parques, caminos para montar en bici y "coles" muy buenos. Aunque puede resultar un poco aburrido a veces, sobre todo si estás acostumbrada al ritmo de una ciudad como Madrid, estamos muy cerca de Houston donde además de buenos estadios de baseball y basket, hay cantidad de museos. Incluso a hora y media tenemos playa, Galveston, pero la verdad que comparado con las playas de Cádiz deja bastante que desear!

Es muy fácil adaptarse al modo de vida americano, por lo menos a nosotros nos lo ha sido. Este año hemos celebrado el Thanksgiving Day con un buen pavo y nos hemos hecho adictos a los crawfish, cangrejos de río que se cocinan con una salsa picante y se comen como pipas, uno después del otro, hasta que te has comido una libra sin darte cuenta!!

Cuando vinimos a Estados Unidos mi hija Carlota tenía 2 años y medio y ahora, con 4 años, habla inglés con un acento texano que da envidia! A ver si su hermano Gaspar, que nació hace 10 semanas y que, además de español por parte de madre, y francés por parte de padre, también es americano, aprende rápido y así cuando volvamos (¿?) nos corrige a nosotros como ya hace su hermana!













sábado, 12 de enero de 2013

Mina Konkola (Zambia): ¿Mina de cobre o de agua?



Para quien, muchas veces, ha tenido que hacer frente a las irrupciones de agua en la minería, es difícil superar la capacidad de asombro. Porque, algunos ya me lo han oído, el agua es absolutamente necesaria para la minería, pero también el agua puede ser el vecino molesto, mal encarado, traicionero,… y con ese me he tenido que enfrentar muchas y muchas veces.

Y eso, que podría plantearse como un lugar común para muchas minas en el mundo, es excepcionalmente impactante en la mina Konkola, localizada en la ciudad de Chililabombwe, en Zambia (aunque a buen decir tendría que rectificar: es la ciudad la que se ha desarrollado por la mina, y la que crece y crece sobre esa explotación subterránea, de más de 1.000 m de profundidad... porque aquí el huevo fue antes que la gallina).

Chililabombwe, que significa lugar donde la rana croa (place of the croaking frog), es una ciudad del Copperbelt (como nuestra Faja Pirítica Ibérica), localizada a unos 450 km al noroeste de Lusaka, la capital de Zambia, muy cerca de la frontera con la República Democrática del Congo. Una Copperbelt que alberga una de las mayores reservas metalogénicas  del mundo.

Aquí, aquella pequeña ciudad, con población muy reducida en 1955, cuando se produce la apertura de la mina, hoy, casi 60 años después, ya supera a los 100.000 habitantes (a pesar de los estragos del SIDA). Porque esta ciudad tiene todo su desarrollo merced a la minería (en este caso de cobre y también de cobalto), en este corazón del África negra.

Poner en valor esos minerales supone una labor titánica, de muchos hombres que, día a día, rinden su esfuerzo en un trabajo duro, pero del que muchos estamos enamorados. Tal vez por eso, cuando en aquellas galerías, a centenares de metros de profundidad, te cruzas con un minero (negro, totalmente negro, por su piel, y no por el polvo del carbón, como en otras minas ocurre), lo primero que te va llamar la atención va a ser las dos filas de perlas, que son sus dientes blancos, en una sonrisa que se contagia al devolver el saludo.

Y de esta mina, que tendré que contar muchas cosas más, lo más impresionante es el caudal de agua bombeado, desde algo más de 1.000 m de profundidad, que la convierte, posiblemente, a escala mundial, en una de las minas en la que más cantidad de agua se requiere drenar. El caudal medio anual bombeado varía entre 147 y 125 millones de metros cúbicos de agua, lo que supone valores medios entre 402.739 y 342,465 m3/día (equivalentes a 4.660 y 3.960 litros/segundo).

Pero, además, frente a estas cifras impresionantes, hay que resaltar que los aportes de agua, en la época de lluvias, superan con mucho a esas medias, dando caudales punta escalofriantes, porque aquí hay siete meses prácticamente sin lluvia, y cinco en los que no paran de tirar baldes de agua desde los cielos (para totalizar una media anual de 1.300 mm), y una parte no despreciable de esas lluvias se infiltra directamente en la mina, para ser extraída a través del Pozo Nº 1.

Para esta mina hemos trabajado mucho, con empeño e ilusión, especialmente en ese desafío de drenaje que supone profundizar  la mina hasta los 1.400 m de profundidad, con toda su previsión y planificación de drenaje, pero también aportando nuestra contribución, a lo largo de más de diez años, para que, a pesar de las enormes dificultades, esta mina sea una de las más seguras del mundo, en cuanto a drenaje y sistemas de control de agua se refiere.

Para ello se cuenta con un complejo sistema de estaciones escalonadas de bombeo (que llegan a ser mayores que las estaciones del metro), situadas a profundidades de 985 m, 690 m y 370 m; grandes cámaras para almacenamientos de agua en situaciones de emergencia; galerías de desagüe de decenas y decenas de killómetros de longitud; centenares de sondeos de drenaje equipados con válvulas de cierre controlado; barreras y puertas de cierre hermético (water tight doors);…

Con este sistema se ha conseguido que un gran porcentaje de esa agua sea controlable (del orden del 55 %), es decir se pueda evitar la inundación durante un cierto periodo de tiempo, que permite poner en operación todos los sistemas de emergencia, lo que supone un incremento muy notorio de las condiciones de seguridad.

Y ¿porqué tanta agua? En primer lugar porque la roca mineralizada (pizarras) se encuentra flanqueada a techo por rocas carbonatadas muy karstificadas, con espesor de más de 700 m, y a muro por conglomerados y cuarcitas muy permeables, que sobrepasan los 150-200 m de espesor. Estos muy potentes acuíferos, hacen que la explotación de ese sándwich se tenga que realizar en el contexto hidrogeológico de verdaderas bombas de aportar agua, allá por donde te descuides.

Y, a mayor abundamiento, sobre los afloramientos de las formaciones geológicas acuíferas discurre uno de los mayores ríos de este país, el Kafue, que a su vez recibe dos tributarios que también las surcan el Lubenguele y el Kakosa. Y las grandes fallas de Lubenguele y Luansobe, junto a las fallas transversales y axiales del anticlinal de Kirila Bombwe, cruzan a dicha red hidrográfica (y al gran embalse de residuos del lavadero de flotación), y se extienden en profundidad hasta las galerías mineras, estableciendo así una conexión de alta conductividad hidráulica, que lleva a las aguas superficiales hasta la mina en volúmenes impresionantes y en plazos cortísimos.

Todos estos nombres me eran difíciles de retener al principio, pero pronto, de tanto vivirlos, me familiaricé con ellos, y especialmente tras tantas y tantas pesadillas con el agua, y tras tanto dar vueltas y vueltas a las mejores propuestas de soluciones, con mis grandes amigos y colegas Keith Kapui, Sixtus Mulenga, Ashok Singh, Charles Sihole, Chanda Fidelis,… a quienes dedico este relato deshilvanado.

Pero, además, el agua penetra de manera torrencial a través de multitud de simas abiertas (caving area), por el colapso y subsidencia de los materiales de techo, que han dejado el subsuelo como si fuese un queso gruyere, consecuencia de una explotación con hundimiento de las cámaras (sub-caving method), hasta que recientemente se ha acometido el relleno de las mismas (cut and fill method, teniendo previsto pasar al longitudinal bench and fill), con detritus procedentes del lavadero a los que se añade cemento, para reducir esos colapsos.

Y, aun más, inclusive buena parte de las aguas residuales urbanas, desaparece en profundidad, y los canales se rompen, provocando la infiltración hacia la mina ¿será por falta de fuentes de aporte de agua?…

Así, adentrarse por el agua de este mundo subterráneo no puede ser más que impresionante, y es por ello que, para hacer posible la explotación de los nuevos niveles en profundidad, se excavan en paralelo, y a cotas separadas varios metros, dos galerías de avance. La inferior, siempre excavada por delante, será la que actúe de colector y conducto del agua hacia la estación de bombeo, y la superior será la que normalmente se utiliza para la explotación del mineral.

En la galería de drenaje el agua nos puede llegar por las rodillas, o por la cintura o por el pecho… como precaución, en sus paredes, se identifican las líneas de profundidad. En ella es penoso el avance a contra corriente (e imposible y muy peligroso ya cerca de las cámaras de almacenamiento, decantación y regulación), aunque la temperatura es perfectamente soportable.

Para conseguir “agua controlada”, en el acuífero de techo, se utiliza el método que hace muchos años definí como “drenaje preventivo en avance” y que así se conoce hoy en la minería internacional (Preventive Drainage in Advance (PDA)).

Para ello, desde las galerías de evacuación del agua se perforan los transversales de drenaje (drainage crosscuts), con su anchurón terminal (drainage drifts o drilling bay), provisto de una gruesa pared de hormigón, a través de la que se perforan largos sondeos de drenaje (drilling boreholes), provistos de válvulas de cierre. Desde cada uno de ellos se drenan, en el acuífero de techo, entre 10.000 y 25.000 m3/día, pudiendo alcanzar hasta 40.000 m3/día, y una media de 5.000 m3/día en el de muro.

Y a esas drilling bay tienen que acudir, sin perder un minuto, los equipos que día y noche tiene la responsabilidad del cierre de válvulas, cada vez que se produce un corte en el suministro de energía eléctrica, para el desagüe de la mina. Por ello las brigadas de “bomberos” tienen que estar perfectamente adiestradas, para que cada uno cumpla sus cometidos, cronometre los tiempos de que dispone, y tenga identificadas perfectamente las vías de escape, mientras entran en funcionamiento los sistemas de abastecimiento eléctrico de emergencia, o se repara la incidencia.

Indudablemente esto que aquí traigo a colación ni es ni pretende ser un informe técnico, es un escrito divulgativo de esas misiones, por el ancho mundo, en las que uno da todo lo que tiene de sus conocimientos y experiencias, sin restricción alguna. Pero en las que ese darlo todo tiene, como infinita recompensa, el volver con las alforjas repletas de nuevas vivencias, y el corazón lleno de amistades, ganadas para siempre.

lunes, 7 de enero de 2013

D. Alberto Benavides de la Quintana


92 años de intensa vida dedicada prioritariamente a la minería, dan para mucho hacer y, vistos desde fuera pero tratando de entrar dentro, dan para reflexionar y admirar…

Mucho antes de conocerlo personalmente ya sabía bastante de él; ya había conocido su indeleble huella creativa, emprendedora y tesonera; ya lo había encumbrado en lo más alto del buen hacer minero; ya lo había clasificado como prohombre de la minería, forjador de sueños, espejo en donde mirarse; ya había entendido porque, en todo Perú, es: Don Alberto. Porque de quien hoy voy a hablar es, nada más y nada menos, que de Don Alberto Benavides de la Quintana. En minería no es el único pero es único.

Limeño de pura cepa, estudió en el Colegio de la Inmaculada (yo también lo hice en otro de igual nombre, pero a muchos miles de kilómetros de distancia).


Trabajador incansable (yo pretendo serlo), de él, en su 92 cumpleaños, su hijo Raúl decía “todas las mañanas viene con todos los informes que llegaron a sus manos leídos, subrayados y con anotaciones de su puño y letra sobre cualquier falta, incongruencia o simplemente con correcciones gramaticales y de redacción…y siempre con un comentario constructivo”, y en ese espejo creo verme reflejado, aunque en pequeñito, junto a la sombra de ese gigante.

En esa admiración a su persona tiene mucho que ver, seguro, lo que de él se ha dicho “Los sueños no se jubilan. Los sueños de los grandes hombres se contagian.” Por eso el verdadero liderazgo se gana, día a día, con tesón y esfuerzo, con constancia y buen hacer… y es imperecedero, crea adición, sienta escuela…

Conocer a estos hombres, imposibles de clonar; absorber sus reflexiones, sutiles y profundas; otear dentro de su mirada, iluminada y franca; escudriñar y adivinar sus pensamientos, siempre positivos… todo ello y mucho más es, sin duda, enriquecerse en el bagaje de buen oficio de que es transmisor Don Alberto. Y ese privilegio lo he tenido, como minero trotamundos, en una tarde-noche limeña, en la que compartíamos estrado, al celebrarse el 40 aniversario de la Facultad de Ingeniería de Minas, de la Pontificia Universidad Católica de Perú. Él nos deleitó con recuerdos precisos y preciosos de aquellos pasos iniciales, en los que se vio intensamente involucrado, aportando su total apoyo al empeño… y lo expuso  con rigor y con orden; y lo hizo con amenidad, sacando provecho y destacando todo lo positivo; y lo proclamó sin un papel en sus manos … su lúcida mente es realmente de admirar.


Pero es que, en esa admiración hacia su persona, veo reflejos de la influencia que en mi tuvo mi padre (aunque lo perdí cuando apenas tenía nueve años). Ambos amantes de la montaña (él de los Andes, el mío de Sierra Nevada) y ambos enamorados de la Naturaleza (con mayúsculas).

Sus más allegados revelan que un día confesó que conversaba con los montes… y yo también lo he hecho, sin poderme resistir a leer e interpretar en ellos su pasado geológico, su historia escrita en piedra, sus secretos celosamente ocultos, su legado único...


Y he de reconocer que, desmemoriado para tantas cosas, siempre he recordado lo que en los andares por la montaña viví en experiencias pasadas; y así, antes de bordear cada curva, antes de culminar cada cerro, y de observar con la retina su paisaje y su encanto, los detalles de lo que iba a observar estaban ya en esa memoria visual geográfica, que poseemos los enamorados de la montaña. Por ello un motivo más de aproximación devota a este hombre que, sin sentirlo y sin alardear de ello, enarbola un banderín de enganche a la excelencia en la minería, contagioso y sublime, y con tanta trascendencia para ese empeño de buen saber hacer.

Pero además, Don Alberto tiene en su haber el mérito de haber ascendido muchas veces a aquellos cerros andinos, con frecuencia por encima de los 3.000 m y de los 4.000 m, lo que se tenía que hacer a golpe de calcetín, o a lomos de mula y, por supuesto, no en helicóptero como ahora lo podemos hacer, ni a lomos de un 4x4. Eran tiempos difíciles y heroicos, en los que tamaño esfuerzo requería de mentalización y de pasión, y se suplía con esfuerzo personal lo que hoy la tecnología pone a nuestro alcance.

Porque, poner en marcha y alcanzar el éxito con emprendimientos mineros exitosos, supone antes haber pateado muchos lugares sin hallazgos de interés. y haberse sumergido en las entrañas de la tierra. Y eso lo ha hecho nuestro gran hombre en Huancavelica, Cerro de Pasco (donde inclusive fue alcalde), Julcani, Uchucchacua, Colquirrumi, Colquijirca, Ishihuinca, Shila, Yanacocha, nombres todos ellos que están ligados al enorme esfuerzo minero,… Y cuando la aventura era grande, demasiado grande, propició las necesarias asociaciones, como en la privatización de Cerro Verde con Cyprus Minerals, o en el desarrollo de Antapite en Huaytará, donde se consolidaron los descubrimientos de La Zanja y Tantahuatay. Más recientemente en el descubrimiento del yacimiento de Cañahuire, en el proyecto Chucapaca con Gold Fields y en el gran descubrimiento de Tambomayo, en Arequipa. Y toda esa larga carrera la hace incansable, con el entusiasmo de un novato y las alforjas cargadas de experiencia, sabiduría y amor a su profesión.

En su ardua labor, hace apenas cuatro años, lideró la construcción de la Mina La Zanja, orgullo de la ingeniería peruana; en el 2011 se vio coronada la puesta en operación del yacimiento de Tantahuatay, en el 2012 igualmente entró en producción Mallay en las alturas de Churín, y ahora Breapampa acaba de iniciar operaciones… después vendrá Conga (un día hablaré de ella), la ampliación de Cerro Verde, Chucapaca, San Gregorio, Trapiche, Tambomayo…

Y, en paralelismos que trato de destacar, porque en su sombra quisiera verme, Don Alberto siempre ha destacado a los que fueron sus grandes mentores en los albores de su trabajo: Graton, McKinstry, Bateman, Koenig,… como yo lo he hecho con mis grandes maestros: Ismael Rosso de Luna, José María Ríos, José María Fontboté,… Hacer las primeras singladuras de las manos de esos ejemplares insuperables, lleva a tratar de ser correa de transmisión para los que vienen detrás, que nos empequeñecerán en sus logros y en sus proyecciones… “golpe a golpe… se hace camino al andar”.

Y, en las inquietudes del ingeniero Benavides de la Quintana, y en sus empeños de crear nuevas vocaciones y formar nuevos líderes, y en su admiración hacia la universidad se fue a Havard para seguir el programa de alta dirección. Y, tras ese reencuentro con la Academia, y de la mano del jesuita Padre Felipe McGregor, su actuación fue definitiva para que naciera, y se orientara, lo que hoy es la Facultad de Ingeniería de Minas de la Pontificia Universidad Católica de Perú. Y es que la picadura del gusanillo de transmitir conocimientos es contagiosa, tal vez porque en la enseñanza, mejor que en cualquier otro escenario, es donde los frutos se recogen multiplicados en ese ciento por uno.

Don Alberto es un gran soñador, detallista, investigador, empresario… y, en el ambiente familiar es esposo amoroso y respetuoso, padre consciente y respetado, hermano ejemplar, ,…y, como persona, predica con el ejemplo y hace de la ética un valor supremo.

Por eso, cuando se sube a las cumbres andinas, en cada horizonte, en cada cerro, en cada quebrada, en cada risco, surge el recuerdo y la admiración hacia este gran hombre y, al conversar con las rocas y minerales, se escuchan sus sabios consejos.

Don Alberto: ¡gracias por ser como es! esperamos mucho de usted, sus Andes no le olvidan y los que nos enorgullecemos de su amistad le tomaremos siempre por imagen a imitar. ¡Amigos para siempre!

domingo, 6 de enero de 2013

Una ventana al agua: el río Negro en Manaus, Brasil



Parada frecuente, en mis rutas a tierras y aguas amazónicas, ha sido la ciudad de Manaus (o Manaos si la castellanizamos). Ciudad que siempre estuvo en el pensamiento, pero que nunca pensé fuera tan grato lugar, para un relajado descanso en los vuelos de aproximación, a través de este inmenso país que es Brasil, dando "saltitos" de aeropuerto a aeropuerto.

Manaus, fundada por los portugueses en 1669, y capital del estado de Amazonas, se sitúa cerca de la confluencia del río Negro con el río Solimões, para conformar al río Amazonas, en el célebre "encontro das águas".

Es una de las ciudades más importantes del norte de Brasil, a lo que ayuda su importante puerto, vía de desarrollo de la región, al que incluso pueden acceder transatlánticos (no se si para bueno a para malo). Cuenta con una población de más de 1,7 millones de habitantes, con aproximadamente 2,2 millones de habitantes para su área metropolitana.

Llegar hasta aquí, sea de São Paulo, o de Belo Horizonte, normalmente con escala en Brasilia, o más aun al regreso desde Carajás o Porto Trombetas, con escalas en Parintins, Santarem y otros pequeños aeropuertos, da para contemplar ese inmenso mundo de selva y agua, a tus pies, dispuesto a devorarte. Aquí dicen (y debe ser cierto) que se encuentra la mayor biodiversidad del mundo. Aquí la inmensidad está inexplorada y la Naturaleza se presenta con mayúscula. Por eso, tal vez, en la aproximación final, sorprende tanto el tamaño de esta urbe, que cada mañana y cada tarde y cada noche debe devorar un buen bocado de selva.

El aeropuerto internacional de Manaus es muy desangelado, con mínimas comodidades, aunque con el transcurso de los años algo ha mejorado, especialmente al unir en un edificio los dos que anteriormente albergaban las instalaciones, lo que te obligaba a desplazarte en taxi de uno al otro, y por supuesto a armarte de paciencia, porque los tiempos de escala, a veces de cinco horas, son cortos para irte a la ciudad y muy largos para quedarte donde las comodidades brillan por su ausencia. Ahora la remodelación intenta ser acelerada -siempre sin perder la calma brasileira-, porque esta ciudad es una de las sedes del campeonato mundial de fútbol.

En los varios viajes, en los que he pernoctado en esta ciudad, he buscado el descanso en Ponta Negra, por su relativa proximidad al aeropuerto, la tranquilidad de su entorno, y el alejamiento al barullo de la ciudad. Realmente se trata de una zona bastante aislada, y que durante años sólo tenía acceso desde la ciudad a través del río. Ahora aloja a dos grandes hoteles que son como "islas" en la selva. De estos hoteles el más moderno es el Park Suites Manaus, donde las habitaciones de los pisos altos tienen una maravillosa vista sobre el río Negro, que se puede disfrutar con las luces cambiantes, según la hora del día.

Las habitaciones son amplias, con ventanales de lado a lado, en los que sólo se puede levantar un poco el cristal, para evitar la tentación al suicidio. La atención en la recepción hay que decir que está poco profesionalizada y deja que desear. Sin duda lo más llamativo es la amplia piscina, situada junto al río, con forma oblonga, y contornos curvilíneos, que invita al relax y a saborear una caipirinha y hasta dos (que a la tercera se pierde el equilibrio).

Hay que recordar que esta ciudad nació alrededor del gran negocio del caucho, y que en ella se movió mucho dinero, hasta que alguien sacó semillas, a escondidas y las plantó en Malasia, donde su productividad fue mucho mayor, dando lugar al declive de esta ciudad, lo que obligaría a hacerla Puerto Franco, para incrementar sus potencialidades, y porque todo lo que aquí llega (y sale), lo hace por el río (o por avión).

El inmenso río Negro, que bordea al hotel, nace allá arriba, por tierras de Colombia, donde se llama río Guainía, y sus aguas ácidas realmente tienen un color de te cargado. El color oscuro proviene del ácido húmico, producido en la descomposición incompleta del contenido fenólico de la vegetación, en los claros de arena. El nombre del río deriva del hecho de que se ve negro desde lejos.

Y ese caudaloso río, que casi nos parecería como la gran madre de los ríos, es realmente lo más llamativo aquí, y lo que hace disfrutar a la vista, por su luz cambiante, sus florestas que llegan hasta el borde mismo del agua, sus playas de blancas arenas, sus variaciones de cotas de la estación húmeda a la seca (que realmente no es seca, sino menos lluviosa).

El río es la vía de comunicación, es también el lugar habitacional para muchos que viven en casas-barco, o en palafitos, y es puerta para el turismo que aquí llega un poco a cuenta gotas, especialmente para pasar unos días en la selva, y admirar su exuberante vegetación, con árboles de decenas y decenas de metros de altura, en búsqueda de la luz; con sorpresas por doquier en esa fauna que difícil se hace ver, pero que ahí está; con esa inmensa variedad de frutos, que hacen la delicia de los paladaderes...

La mayoría de las agencias de turismo organizan sus excursiones y sus viajes itinerantes por el río Negro, donde hay menos mosquitos, por la acidez de sus aguas. Remontando el río , se pueden ver bastantes comunidades indígenas de caboclos, que viven a orillas de los mil brazos de este río. A 5 horas en barco de Manaos, se llega a las islas Anavilhanas, uno de los mayores archipiélagos fluviales del mundo, formado por más de 400 islas repartidas a lo largo de 100 km. Esta reserva natural, es lugar privilegiado para observar aves, manatíes y los delfines rosas de la Amazonia.

De estas aguas y de estos parajes podría traer fotos y fotos, porque desde cada ángulo la perspectiva es diferente, y es cambiante conforme transcurre el día, o llega la noche. Tal vez, por esta grandeza inmensa, maravilla en la que puso especial cuidado el Creador, es más chocante ver deslizarse, sobre sus aguas, a canoas y medios de transporte fluvial de todo tipo... pero no podemos olvidar que ante la selva insondable estos cauces son las autovías por las que discurre la vida, y menos daño se hace circulando por ellas que por la selva.

Y, como siempre he estado en esta ciudad en fin de semana, no se si es por ello que hay más tráfico fluvial, de personas que se desplazan por placer y recreo, o para visitar a sus amistades, o si este tráfico es normal. Lo cierto es que lo mismo que cuando ya el sol va a caer, cuando el crepúsculo se acerca, cuando las hiladas de neblina parten en dos a ese Sol que ya se va al otro lado de los Andes, camino del Pacífico, el tráfico se intensifica justo antes de buscar la paz de la noche en la que los navegantes pararon sus fuera borda, echaron su ancla, y extendieron sus hamacas para escuchar a los mil y un ruido de la floresta, que al anochecer y al amanecer es cuando muestra más actividad.

Incansables en su caminar, esas aguas del río Negro van a seguir su senda, hasta encontrarse, inmediatamente aguas abajo, con las del río Salmões, para dar lugar a ese fenómeno increíble de reticencia, en el que dos masas de aguas, de coloración muy diferente, van a discurrir paralelas, sin mezclarse kilómetros y kilómetros, en lo que ya es río Amazonas, pero de eso hablaremos otro día.

Ahora dejaremos a caimanes, y a manitíes, y a pirañas, y a esa interminable cohorte de fauna fluvial que se hagan dueños del río, y disfruten de su noche sosegada...









jueves, 3 de enero de 2013

Banderín de enganche




Desde la plataforma que enmarca el otoño de una larga vida he visto caer muchas hojas de almanaques y calendarios,.. y he visto en el alto cielo muchas lunas llenas iluminando a la noche,... y he visto hacerse realidad ilusiones y sueños y hasta quimeras,... y cuando ya transcurrieron más de 10 lustros de haber obtenido el título de Ingeniero de Minas, y 16 lustros de haber llegado  a este mundo, y cuando en las alforjas acompañan los recuerdos de más de 50 países, de todos  los  continentes, y cuando, por ley de vida (o de muerte) el final de la andadura está más cerca, hay una conclusión que no me ofrece duda: ¡¡¡mereció la pena!!!



Mereció la pena el esfuerzo; mereció la pena abrir puertas, muchas veces en lo que eufemísticamente eran países en desarrollo; mereció la pena llevar con orgullo la bandera de España; mereció la pena aportar el mejor saber hacer, transmitir conocimientos, resolver problemas, ganar experiencias, forjar carácter y, sobre todo: llenar el corazón de amigos, que hoy se cuentan por millares, repartidos   por los cuatro puntos cardinales, que  son el más valioso tesoro, y que para mi serán ¡amigos para siempre!


Y fruto, consciente o inconsciente, de ese caminar incansable, aunque a veces cansado, es la ilusión de querer brindar hoy un foro de encuentro, un lugar en el que poder conversar, trayendo derroteros y experiencias, especialmente de quienes trabajan en la Ingeniería de Minas, y viven o han vivido experiencias imborrables  de trotamundos mineros.

Su huella seguro que va quedando indeleble por muchas geografías, abriendo horizontes y regalando  su mejor saber hacer; trazando caminos no exentos de dificultades y forjando universalidad, para esta profesión de Ingeniería de Minas.

Quisiera que ellas y ellos marquen los contenidos de este "club de amigos" que, por tanto, va ir evolucionado conforme vosotros lo vayáis demandando. Espero que así todos nos encontremos, contemos nuestras vivencias, ofrezcamos nuestras experiencias, y abramos caminos para otros compañeros de ilusiones, mineros que en el mundo somos una familia, sin diferencias ni por lenguas ni por nacionalidades ni por creencias.

Y hoy nada más oportuno, para dar colofón a  esta llamada, que traer lo que mejor que nadie escribiese el gran poeta andaluz Antonio Machado (Caminante no hay camino):


Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.



Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
                                           se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.